CUENTOS

Esta nueva sección surge como una actividad de promoción de la lectura, pero ante todo intentando que tenga un gran componente motivacional. A veces no sabemos muy bien qué libros comprar a nuestros hijos.

Esta es la puerta que pretendemos abrir a nuestros alumnos para que empiecen a descubrir el fantástico mundo de la literatura, además de que os sirva a los padres como orientación o ayuda para empezar a fomentar el hábito lector en casa.

Aquí os dejamos una selección de cuentos recomendados y una breve descripción y vídeos para descubrirlos.

        CUENTOS RECOMENDADOS

HASTA QUE PODAMOS ABRAZARNOS

Se trata de una preciosa obra pensada para estos tiempos que nos ha tocado vivir y a los que tenemos que adaptarnos, nos guste o no. 



Erizo y Tortuga no pueden abrazarse, pero saben que se quieren, porque hay muchas maneras de demostrarlo… ¡hasta que podamos abrazarnos!

La editorial Algar nos trae este cuento del autor Eoin McLaughin ilustrado por Polly Dunbar en el que podemos ver cómo dos grandes amigos, Erizo y Tortuga, se las arreglan para demostrarse que se quieren sin abrazarse.

Pues aquí tenéis un videocuento. ¡Esperemos que os guste!


A veces mamá tiene truenos en la cabeza

Texto de Bea Taboada

Ilustraciones de Dani Padrón

Editado por Algar Editorial (castellano)/ Animallibres (català) / Edicions Bromera (valencià)

A partir de 4 años

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“A veces mamá tiene nubes en la cabeza. Se le olvida el almuerzo y llegamos tarde a los cumples. Cenamos croquetas dos días seguidos. Cuando mamá tiene nubes en la cabeza, sopla como un globo y se deshincha cuando se sienta en el sillón.”

.La mamá de esta pequeña de pelo rojizo tiene días de todo. A veces aparecen nubes en su cabeza, entonces anda algo agobiada y no todo le sale como desearía; a veces tiene un gran sol, y entonces juega con ella y está cargada de energía; a veces tiene lluvia, y en esos días se apaga su color y no tiene ganas de hacer nada; pero también hay días que le aparece un gran y colorido arcoíris, entonces está alegre y tiene ganas de hacer cosas súper divertidas; hay días que tiene la cabeza llena de estrellas y su mirada de ojos vidriosos se pierde a lo lejos; y también hay días en que la tiene llena de truenos, entonces habla muy fuerte y nada le parece bien. La pequeña protagonista sabe reconocer esos estados anímicos-meteorológicos en la cabeza de su mamá porque ella también los ha tenido en la suya alguna vez y, además, gracias a las gafas mágicas que le ha regalado, ahora es capaz de reconocerlos en las cabezas de los demás.


Con una acertadísima comparación de las emociones más fundamentales con los estados meteorológicos más frecuentes, Bea Taboada acerca a los pequeños lectores a poder reconocer seis estados emocionales que seguro todos hemos experimentado, y convierte la tarea de su reconocimiento en algo más fácil dándoles la forma, a través de las ilustraciones geniales de Dani Padrón, de distintas condiciones climáticas habituales que podrán identificar muy fácilmente.

El paralelismo que se establece es ideal para acompañar el inicio del complejo aprendizaje para la educación emocional, proceso que siempre está activo, incluso en la edad adulta. De todos modos, las bases fundamentales deben establecerse en los primeros años de vida, cuando las emociones primarias son las que dominan el cerebro del niño y las que les sirven de vehículo comunicador, y cuando es importante considerar prioritario que aprendan a identificarlas, a comprenderlas y a expresarles de un modo adecuado. Un camino largo pero que, si se acompaña de forma correcta, aportará unos beneficios más que demostrados para su autoconciencia, su autoestima y sus habilidades sociales. Reconocer, aceptar y normalizar las emociones (todas), tanto en nosotros como en los demás, desde las primeras etapas de la vida, es fundamental para trabajar y desarrollar de forma correcta y empoderadora la inteligencia emocional, que nos conducirá a un crecimiento personal exitoso y a una correcta gestión emocional.

Considero este álbum ilustrado una muy buena herramienta para que a través de algo tan llamativo y divertido como puede ser un cuento, nuestr@s peques empiecen a tener referentes apropiados y respetuosos para reconocer las emociones en ell@s y en los demás. 

Y qué mejor que la figura de la sagradísima mamá para ello. Una mamá que, como en la vida misma, tiene días y momentos de todo tipo (quien esté libre de pecado que tire la primera piedra), cuyas emociones relacionadas se muestran y se describen sin llegar a nombrarlas para que se identifiquen y se validen, transmitiendo el mensaje que todas esas emociones están permitidas y que, si las sabemos reconocer (parece que hay unas gafas mágicas que nos pueden ayudar) nos comprenderemos mejor a nosotros mismos y a los demás.

Me encanta que en este caso sea la niña la que empatiza con la mamá, cuando generalmente se pide eso pero en dirección contraria. Los más pequeños tienen la misma (o más) capacidad de empatizar que los adultos, capacidad, por cierto, que ya se detecta en los bebés desde los pocos meses de vida. No se debería echar a perder…

Un álbum de reciente publicación pero al cual auguro un futuro muy prolífico. Su enfoque es sensacional y es muy sugerente para los peques, que podrán extrapolar con facilidad todo lo que ocurre en el libro a sus experiencias personales, sintiéndose identificados en la niña e identificando a la vez a su mamá/papá en la mamá. 

Aquí tenemos un vídeocuento.





NADARÍN

"En un rincón perdido del mar vivía feliz un banco de pececillos. Eran todos rojos. Solo uno de ellos era tan negro como la concha de un mejillón. Nadaba más rápido que sus hermanos y hermanas. Se llamaba Nadarín".



Así empieza este clásico cuento que trata la diversidad y que otorga un valor añadido a la diferencia. El respeto hacia quien no comparte las características comunes se refleja en las primeras páginas de este cuento.
Leo Lionni escribió este cuento en 1963, y después de todo este tiempo, sigue siendo un cuento imprescindible que nos invita a pensar y a aprender valiosas lecciones vitales.
Nadarín vive feliz y despreocupado en su banco de pececillos rojos. Un día, un gran atún les ataca, y como él es el más rápido, es el único que consigue escapar. Desde entonces, nada solo y atemorizado por el gran mar.
En su viaje por las profundidades marinas descubre muchas maravillas que desconocía: medusas, langostas, peces de colores, algas, anguilas, anémonas... y, poco a poco, vuelve a ser feliz.
Un día encuentra un banco de pececillos rojos idénticos a él, que vivían escondidos entre las rocas y las algas, atemorizados por si el gran atún les atacaba. Nadarín les convence de que no pueden perderse las maravillas que les ofrece la vida por mucho miedo que tengan. Eso sí, antes de salir de su escondite, trazan un gran plan.
Este cuento, por tanto, transmite unos valores y mensajes esenciales: la solidaridad, el compañerismo, la resiliencia (al reponerse y fortalecerse después de una desgracia), la superación de los miedos pasando a la acción (trazando un plan) y la fuerza de voluntad para disfrutar de lo que nos rodea pese a las adversidades que se presenten.  Y como colofón final: la unión hace la fuerza. Juntos es más fácil conseguir nuestros objetivos.
Aquí tenemos el videocuento de Nadarín.



LA VACA QUE PUSO UN HUEVO


Macarena es una vaca que se siente triste y menospreciada porque no sabe ir en bicicleta ni hacer equilibrios como las otras vacas. 

Las gallinas de su granja tienen una idea para que Macarena recupere la confianza en si misma y se refuerce su autoestima.

Una noche, las gallinas le ponen a Macarena un huevo, y a la  mañana siguiente…. ¡Macarena ha puesto un huevo! Ahora es más especial que ninguna vaca, y que ningún otro animal de la granja, y además, todos los periódicos hablan de ella…. 

Esto despertará la curiosidad, la intriga y la envidia de muchos de los animales del establo.

Os dejamos un videocuento:



ADIVINA CUÁNTO TE QUIERO


Es un cuento muy cortito y sencillo, más bien orientado a la etapa de infantil.

Esta historia comienza con una pequeña liebre que le pregunta a su madre si sabe cuánto lo quiere. Es una invitación a los niños a expresar sus emociones. A continuación, comienza una demostración de habilidades para enseñar a su madre todo lo que la quiere, y cada vez que la madre responde, él se esfuerza en buscar una nueva forma para mostrarle que él la quiere más. Toda una lista de comparaciones

Al final, la pequeña liebre, comienza a dormirse, cansada y agotada por el sueño, no sin antes decirle a su madre, satisfecha, que la quiere hasta la luna, pensando que no podía haber nada más lejos que el cielo. ¿Se conformará su madre y cederá en esta entrañable "competición del amor"?



A QUÉ SABE LA LUNA


"Hacía mucho tiempo que los animales deseaban averiguar a qué sabía la luna. ¿Sería dulce o salada? Tan solo querían probar un pedacito. Por las noches, miraban ansiosos hacia el cielo. Se estiraban e intentaban cogerla, alargando el cuello, las piernas y los brazos. ¿Quién no soñó alguna vez con darle un mordisco a la luna? Este fue precisamente el deseo de los animales de este cuento. Tan solo querían probar un pedacito pero, por más que se estiraban, no eran capaces de tocarla. Entonces, la tortuga tuvo una genial idea: ''Si te subes a mi espalda, tal vez lleguemos a la luna'', le dijo al elefante".

Este mágico cuento nos habla de cooperaciónsolidaridad y sueños compartidos, y tiene una clara moraleja: unidos podemos conseguir los sueños más difíciles, incluso cumplir aquellos deseos que a primera vista parecen inalcanzables.





POR CUATRO ESQUINITAS DE NADA


"Cuadradito quiere jugar en casa de sus amigos Redonditos, pero no pasa por la puerta porque… ¡La puerta es redonda como sus amigos! «¡Tendremos que recortarte las esquinas!», le dicen los redonditos. «¡Oh, no! –dice Cuadradito– ¡Me dolería mucho!» ¿Qué podemos hacer? Cuadradito es diferente. Nunca será redondo".

A veces, en nuestra sociedad, parece que todos tenemos que ser iguales, en vez de esforzarnos en buscar soluciones para respetar la diversidad. Este cuento trata valores como la amistad, la diversidad, la multiculturalidad, la exclusión, la integración... de una manera muy sencilla, gracias a la ocurrente historia trabajada de una manera muy natural y visual, y desde la perspectiva de los niños, lo cual ayuda a que puedan empatizar muy fácilmente.



LA OVEJITA QUE VINO A CENAR


Un hambriento lobo sueña con un buen estofado mientras prepara, refunfuñando, una sopa de verduras... y ¡de repente, allí lo tiene, delante de sus ojos! Una pobre ovejita que se ha perdido le pide cobijo. El lobo entonces empieza a planificar el suculento guiso con que se llenará el estómago... Pero la ovejita no quiere convertirse en el gran manjar del lobo, lo que quiere es ser su ¡AMIGA!"

Tiene unas ilustraciones preciosas y que nos revelan a la perfección las emociones tanto del lobo como de la ovejita. Como valores, destacan la amistad, la solidaridad y la necesidad de ayudar a los más débiles. Y como emoción principal: la ternura



EL PEZ ARCOIRIS



"Arcoiris es el pez más hermoso del océano, con sus preciosas escamas de mil colores. Pero a pesar de su belleza se siente muy solo. ¿Por qué los demás peces no quieren jugar con él?"

Este precioso cuento nos habla de la importancia de compartir.  Logra transmitir a la perfección lo bien que te sientes compartiendo algo, y si además ese algo es muy importante para ti, la sensación se vuelve todavía más especial.

Creo que les puede gustar mucho y que el mensaje puede calar hondo en ellos. 



¡VOY A COMEDTE!


Un lobo hambriento quiere comerse a algún animal del bosque. El lobo habla de forma rara (en lugar de decir la letra r dice la d). 

En el bosque aparecen dos conejos (por separado) que se inventan cada uno una historia para que el lobo no se los coma. 

El conejo blanco le dice que le espere un rato que pronto volverá. El conejo rojo le dice que se esconda y que cuando vuelva le salte encima para cazarlo. 

Al cabo de unas horas aparece otro animal y el lobo se piensa que es el conejo rojo. Al ver que se ha equivocado el lobo corre por el bosque y choca contra un árbol. Pierde sus dientes y se hace vegetariano.

Aparecen toques de humor como el hablar del lobo (que hará reír a los niños/as), los engaños que le hacen los conejos al lobo y también algunas frases graciosas para los adultos (el conejo blanco iba hacia el mercado ecológico, el conejo blanco va a buscar unas pinzas de aquellas de depilar,…). 

Hay una frase que no me parece muy adecuada.  “¡Tú no estás bien de la cocorota!” (cabeza).

La edad recomendada es de 3 a 6 años, pero dado que el texto está en mayúsculas es muy recomendable a partir de los 5 años.




LAS JIRAFAS NO PUEDEN BAILAR


Chufa era una jirafa alta y delgada, con un largo cuello muy bonito. Pero tenía unas rodillas torcidas y unas patas como palillos. Se pasaba el día de pie, masticando hojas y hojas. ¡Para comer de los árboles era muy habilidosa! Pero cuando intentaba correr, ¡era un desastre total! ¡Cataplif-plof-plaf!

Todos los años, en África, se celebraba el baile de la selva… ¡Y a los animales les encanta bailar y hacer piruetas!

Cuando llegó el día del baile, Chufa se puso muy triste… Ella quería bailar… ¡pero se le daba fatal!”

Este bonito libro nos cuenta una mágica historia capaz de captar la rápida atención de todos: niños y adultos. Las ilustraciones son muy bonitas y llaman mucho la atención de los niños.

Pero lo que sin duda este libro tiene un impresionante mensaje: nadie es perfecto, y cada uno tenemos nuestras habilidades y virtudes, y por ello debemos aprender a identificarlas para potenciar todos nuestros valores. Así como el afán de superación: nada es imposible. Si nos esforzamos, podremos conseguir todo aquello que nos propongamos de una u otra manera.

Sin duda alguna, libro muy recomendable en cualquier biblioteca.



TENGO UN VOLCÁN

Tengo un volcán es un fantástico libro infantil que ayuda a los peques a gestionar sus enfados, su ira.

Escrito por Míriam Tirado y magníficamente ilustrado por Joan Turu, da comienzo con su protagonista, Alba, descubriendo que tiene un volcán en su interior…. Y, ¿qué es un volcán?

Digamos que es una montaña que a veces está muy tranquila pero que de vez en cuando se enfada y echa fuego. 

Alba tenía uno dentro, más o menos entre el ombligo y las costillas.

Para ser justos, no solo tenía un volcán. También tenía un campo de amapolas, un río lleno de agua y un mar azul y tranquilo así como niebla, nubes rosas y otras bastante grises.

Porque los seres humanos somos así, una amalgama heterogénea de cosas bonitas y cosas no tan bonitas, sensaciones placenteras y otras que nos hacen sentir fatal.

¿Qué es lo que hacía que el volcán de Alba echara fuego? Muchas cosas. A veces simplemente estar cansada o tener hambre, o no querer cambiarse de ropa, o desear quedarse con sus padres en casa.

A Alba había muchas cosas que no le gustaban. Entonces, aquel volcán que tenía entre el ombligo y las costillas se encendía hasta explotar. 


Por suerte para Alba una noche, ya acostada, vino a visitarla el hada de los volcanes. Gracias a ella descubrió qué podía hacer para que el volcán que llevaba dentro no lo quemara todo.

Así, cuando volvió a discutir con su padre, pudo darse cuenta de que él también tenía un volcán encendido dentro.

Recordando lo que le había dicho el hada, se concentró en respirar lentamente para llevar aire al volcán y así apagar su fuego. Poco a poco, la rabia iba desapareciendo.

Tengo un volcán es un libro infantil lleno de empatía hacia los niños, que comprende perfectamente sus sensaciones, que las valida sin culpabilizarles, y que les da un recurso para que no se vean arrastrados por esa emoción tan intensa que es la rabia, la ira.

Al mismo tiempo, comprende el volcán que a veces se desata en los padres. No culpabiliza a los padres por sentirse enfadados y desbordados. Todos nos enfadamos, cada cual por sus razones. Es normal enfadarse, lo que no debemos permitir es que nuestro enfado pase a mayores y llegue a dañar, a nosotros los primeros.

Por eso, a través de la respiración que nos enseña el hada podemos reconocer ese fuego en erupción y, a continuación, llevar al aire hacia esa zona entre el ombligo y las costillas para conseguir apagarlo.

Explica que las emociones son naturales pero que su desbordamiento nos daña a todos, al tiempo que ofrece un recurso sencillo y explicado con las palabras adecuadas para que los niños puedan aprender a gestionarlo.

Es muy interesante la parte final del libro, dirigida a la familia, que explica que hay que tener claro que los adultos somos nosotros y debemos distinguir entre emoción y comportamiento. La emoción es válida siempre mientras que el comportamiento que se deriva puede no serlo. Que no perdamos nunca de vista que los adultos somos nosotros, por lo que deberíamos esforzarnos en no dejarnos arrastrar por su emoción.

Sin duda alguna es un libro que trabaja las rabietas (también las de nosotros como padres) desde un punto de vista muy empático, claramente orientado desde la crianza respetuosa que nosotros compartimos.


EL MONSTRUO QUE SE COMIÓ LA OSCURIDAD

El Monstruo que se comió la Oscuridad, de Joyce Dunbar y Jimmy Liao es un álbum ilustrado precioso, muy sensible, que nos habla del miedo a la oscuridad, a estar solos, de ese vacío interior que podemos sentir cuando aún no nos hemos encontrado a nosotros mismos y también de lo que ocurre cuando intentamos alterar el orden natural de las cosas.

Lorenzo no podía dormir. No le gustaba la oscuridad que había bajo su cama. Pensaba que podría haber escondido un monstruo. 

Y… de hecho… ¡así era! Había un monstruo minúsculo, tan pequeño que casi ni se veía. El monstruo sentía un gran vacío en su interior, tenía hambre, ¡mucha HAMBRE!

Así que empezará a mordisquear algunas cosillas. Primero unas pantuflas, luego un coche de juguete… pero no era nada que pudiera comerse.

Entonces encontró una caja y, dentro ella, oscuridad. Sorbió la oscuridad que había dentro de la caja hasta la última gota, ¡estaba deliciosa!

Siguió por la oscuridad bajo la cama, la del armario, la de los dobleces de las cortinas… y poco a poco iba creciendo a medida que iba comiendo oscuridad.

Pero como seguía teniendo hambre, dejará la casa de Lorenzo para poder comer toda la oscuridad que encuentre a su paso. Hasta que se coma incluso la oscuridad de la noche, toda la que había hasta llegar a la Luna, que deja de relucir en el firmamento, al igual que las estrellas.

Ya no quedaba oscuridad. No había ni aurora ni ocaso. No había sombras y apenas había sueños. Sólo había luz. Una luz cegadora e implacable.

A pesar de haber comido tantísima oscuridad y de haber crecido mucho, el monstruo se sentía solo y triste. En este mundo tan reluciente, nada funcionaba bien: los búhos no se despertaban por la noche e incluso se caían de los árboles, las luciérnagas no salían, los ojos de los gatos ya no brillaban, los zorros se chocaban contra las rocas…

Entonces, a lo lejos, el monstruo escucha a Lorenzo llorar porque no puede dormir con tanta luz.

Así pues, regresa al dormitorio de su amigo y se acurruca con él, acunándole entre los brazos. Meciéndose, ambos se duermen. El monstruo deja de tener hambre porque ya no siente ese enorme vacío en su interior.

Y mientras duermen, toda la oscuridad va manando del monstruo hasta volver a ser minúsculo, como al principio, para que ambos puedan dormir abrazados.

El Monstruo que se comió la Oscuridad es una lectura emocionante, sensible, que hace reflexionar. Nos parece muy interesante cómo la historia comienza explicándole al lector que es comprensible el miedo de Lorenzo puesto que ¡es cierto que hay un monstruo bajo su cama! Pero como ocurre en la vida misma, no siempre las apariencias nos llevan a conclusiones acertadas y está claro que el monstruo no va a hacer daño a nadie.

Es más, el monstruo siente un gran vacío interior, que le llevará a comer compulsivamente toda la oscuridad que encuentre en el mundo. Por supuesto, acabar con la oscuridad de la Tierra no le ayudará a sentirse mejor, solamente en brazos del niño dejará de sentirse solo y podrá volver a manar toda la oscuridad que ha comido sin pensar.

También veremos cómo la Tierra no puede funcionar sin oscuridad. Los miedos son normales, forman parte de nuestra vida. Intentar eliminarlos por completo no nos va a conducir a sentirnos bien, sino aprender a gestionarlos, encontrar nuestro sitio en el mundo, sentirnos acompañados.





























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